Suenan aullidos de lobo: “barbitúricos, cloroformo, muy importante la droga, gorditas con casa”.

Cinco son los sujetos, porque el poder del lobo reside, dicen las bestias, en la manada. Y ahí van a saco, como se dice en la calle.

Que quiso. Que consintió. 18 años de supuesto gusto por las orgías grupales. Pero mejor de rodillas, mejor ella sola, mejor en el centro de una jaula de piernas, mejor sometida, grabada en móviles para que los colegas se enteren. Para ser pública. Para ser mofa. Que quiso, dicen. Que consintió. 18 años tenía, hoy 20, que han salido a la luz manchados de podredumbre, y ahora son la condena de la única responsable: ella. La hembra que justifica, que a lo mejor miente, que aúlla sola, sin su manada. Ojalá haya justicia.

Por ahora, el sistema se viste una vez más de vergüenza, y de nuevo se ceba en ella, una de seis. Una, la única mujer, diría, en su sano juicio, que busca la compañía de cinco para pasar un buen rato. ¿Raro? ¡Ustedes lo han dicho! A mí me parece incluso ciencia ficción que una mujer sola se vaya con cinco. Pero esa versión ya está en el juzgado y en los periódicos y en la calle: que ella consintió y quiso, así, y con los cinco. Porque dos y dos son tan cuatro como una y cinco son seis. ¿No es de eso de lo que se trata, de sumar las pruebas de un detective que la sigue a ella para montar la defensa de los cinco lobos? Pues eso. Cabe la duda de que la chica no estuviera pasando un buen rato porque resulta que ha seguido llevando una vida normal. ¡Pero qué lógica más retorcida! En todo caso, es por eso que ante la duda le hacen tantas preguntas, que cómo, que cuántas veces, que quién. Así es como ella refresca en la mente el momento vivido. Que habrá gustos para todo, cuerpos para todo y mentes para todo tipo de fantasías sexuales. Mujeres, en resumen, de toda calaña. Y esta, a sus 18, ya era una de esas. Una, ella sola.

Eso argumenta la inhumana defensa de las cinco víctimas, porque las víctimas al final serán ellos, manada de lobos que salió de Sevilla con hambre: “barbitúricos, cloroformo, muy importante la droga, gorditas con casa”. Sus whatsapps delatan, ¿pero eso qué importa? De ahí las preguntas a la hembra tan suelta. A la buscadora de experiencias carnales que debió arrepentirse, y ahora está dispuesta a arruinarles la vida a los cinco inocentes. Vergüenza. Salga lo que salga del bochornoso juicio, esta joven mujer ya ha sido juzgada. Sea lo que sea que el juez determine, ella ha tenido que ver violadas dos veces su integridad y su alma. El cuerpo, no lo olvidemos, le fue violado muchas más veces; aunque las mujeres sabemos que con una ya han sido cientos, miles de llagas sobre la piel que una no puede quitarse. Brutal atentado. Connivencia de un sistema infame que siempre la juzga a ella primero. Que siempre nos señala a nosotras primero.

Vergüenza. ¡Ya está bien de amparo a los lobos! Encontrada por una pareja llorando en un banco. Lesión eritematosa compatible con posible acto de violación. Posiciones vejatorias que recogen los vídeos. Ausencia de iniciativa de ella en los actos, así está grabado. Expresiones por parte de ellos como “no chille, no chille”, “un poco más flojito, tú”, “turno ahora, déjame”. Pero no, no les vale. Hay que acosar a la víctima. Y de favoritismos nada: denegada también la petición de testificar por videoconferencia desde Madrid. Lo dicho: Vergüenza.