“El mejor truco del Diablo es hacernos creer que no existe” (Charles Baudelaire, poeta francés del siglo XIX)
A pesar de nacer, crecer, en el seno de una familia católica practicante, he tenido que hacerme fiel devota de la Virgen para descubrir aquello de lo que mis padres por su instinto de protección evitaron hablarnos a mis hermanos y a mí, lo que siendo niños nos ocultaron con intención de que no sufriésemos, sintiésemos miedo, culpa o preocupación. Una verdad de fe, que el Demonio existe, es real y actúa descrita en los Evangelios.
Sin dejar de entender la buena intención de su acción, hoy pasados los años disiento de su conducta. Estoy en desacuerdo por estar convencida de que la mejor forma de proteger a los niños es formándolos, educándoles para entender el peligro, en el caso que nos ocupa, cómo enfrentar lo que como cristianos no podemos negar, la existencia de un ser llamado Demonio ¡No se puede luchar contra lo que no se conoce!
Aunque no soy una experta en el tema, sí entiendo como persona de fe lo indispensable que es hacer consciente en la realidad de la vida esta presencia. Lo necesario que resulta para las personas estar informados de la forma de actuar de este personaje enemigo del bien, destructor de la paz y el bienestar espiritual. Esa figura que habita entre nosotros con intención de manipularnos, sembrar la duda y confusión en cuanto a diferenciar lo que está bien o está mal.
Una figura que en la actualidad cobra popularidad con Nefarious, película estadounidense de reciente estreno en cines de todo el mundo, donde un psiquiatra ateo es requerido para hacer la evaluación mental de un recluso condenado a pena de muerte que afirma ser un demonio y que, sin ninguna duda, recomiendo ver por una buena razón: mostrar a la humanidad que las entidades demoniacas existen y que su mayor triunfo es hacernos pensar que no existen.
Una lección de teología basada en la certera, clara manifestación sobre lo que debemos conocer para nuestro bien espiritual. Una lección para despertar conciencias, dar a conocer las consecuencias de las cesiones constantes al mal, cómo el demonio actúa, persuade e inclina a la tentación a través de la propuesta de un bien o placer. Cómo puede llevar a cometer en grado extremo actos irracionales y destructivos, asesinato y suicidio. Cómo puede atacar nuestro sistema emocional con la cólera, el odio, el rencor, la envidia, el orgullo o los celos. Cómo causa división y juega sucio, cómo tienta con el poder, prestigio y riqueza.
Sacerdotes de todo el mundo recomiendan ver Nefarious por desenmascarar el peligro que supone contactar con el mundo de las tinieblas, apelando al mal o al mundo del ocultismo.
El padre Amorth, el exorcista católico más popular de la era moderna fallecido en 2016, describe de forma magistral su modo de actuar, cómo aprovechándose de nuestras debilidades nos impulsa al camino del mal mediante las tentaciones, el deseo impulsivo de obtener u hacer una cosa especialmente mala.
Aquello de lo que creyentes y no creyentes, somos víctimas en algún momento, tener voluntad de revelarnos contra Dios infringiendo los principios morales en cuanto a rectitud, fidelidad y compromiso con lo que es correcto hacer, aquello a lo que debemos renunciar por ser causa de ruina espiritual ayudados por la oración, el conocimiento y la reflexión.
Así pues, estemos atentos para detectar al enemigo del género humano, al que Cristo venció en la cruz, al que arremete contra nosotros porque no puede dañar ni luchar con Dios por no ser fuerzas iguales. Conozcamos su forma de actuar de mano de los Evangelios, el Catecismo, la Doctrina de la Iglesia o la vida de grandes santos de la Iglesia cómo Santa Teresa de Jesús o el Padre Pio.
Y, sobre todo, no le temamos, no es un enemigo omnipotente o invencible, no lo es porque “siempre nuestra voluntad permanece libre y dueña de sí misma para consentir o no la tentación” (Dr. Angélico, Santo Tomas de Aquino).
Y sí, luchemos contra Él, cultivando la oración, los sacramentos y el amor a la Santísima Virgen.