Ghosting, el mal de hoyDRA. ELSA MARTÍ BARCELÓ

Sin quererlo el Ghosting se hace protagonista de nuestras consultas al ser una práctica común en la sociedad actual. Desaparecer como un fantasma, sin dar explicaciones, sin contestar llamadas, sin responder a los mensajes, bloqueando a personas en redes sociales sin previo aviso, es hoy una realidad.

Un término anglosajón que nace y crece influenciado por la tecnología, redes sociales, app de citas que dan la oportunidad de entrar en contacto y conocer de forma superficial, engañosa, con poca seguridad, a personas de las que poco o nada se sabe.

Un fenómeno popular de crecimiento exponencial altamente nocivo reflejo de la falta de empatía y consideración humana. Del trato despiadado existente para romper vínculos, donde los conflictos internos de la persona, miedos y temores, inseguridad y vergüenza a que descubran su verdadera personalidad, falta de madurez o habilidades sociales quedan evidenciados.

El Ghosting conlleva un comportamiento de huida que nos deja entrever una vez más la complicidad del ser humano. Cómo los deseos, anhelos y apetencias pueden cambiar sin causa lógica en decimas de segundos. Cómo las personas al comienzo de una relación pueden verse arrastradas por la fantasía,  impulsividad, búsqueda de la ilusión de lo nuevo y diferente, aventuras en principio fáciles y divertidas de las que después huyen por sentirse abrumados, poco satisfechos o no preparados para adquirir, aceptar compromisos.

El Ghosting, forma de comportamiento cobarde y poco noble, produce en el sujeto pasivo efectos no saludables, por llevar a experimentar al que lo sufre sentimientos de incertidumbre, inseguridad e impotencia ¿Qué he dicho?, ¿qué he hecho mal o qué hay de malo en mí para que no le guste estar conmigo?

Personas estables emocionalmente a las que este proceder las desequilibra, dificulta entender cómo de un día para otro amigos y confidentes tienden a desaparecer bruscamente de su realidad sin dar razones, motivos de ruptura.

Los sujetos activos del Ghosting son personas a las que su forma de pensar les traiciona, les incapacita para comprender la existencia de otras formas de actuar más correctas y menos dañinas, quizá para todos los implicados.

Conductas ilógicas propias de personalidades sobrecargadas emocionalmente. Con baja tolerancia a la frustración por falta de habilidades en comunicación. Carentes de valentía para enfrentar situaciones difíciles e incómodas, adquirir responsabilidades y compromisos, por miedo a que se les complique la vida, o temor a ser rechazados una vez que los motivos son conocidos.

Existe la necesidad de aceptar el Ghosting como una decisión unilateral en la que el otro nada puede hacer. Una elección basada en un cambio repentino de interés causado por razones que no se atreven a externalizar y compartir, y que antepone su bienestar personal por encima de todo.

Las personas sufridoras, afectadas por este fenómeno, tienen que aprender a vivir sin auto inculparse, sin buscar motivos coherentes aclaraciones, justificaciones, interpretaciones o razonamientos que expliquen unas formas de ser y actuar que se alejan de lo que favorece establecer vínculos estables y duraderos. Hay que aprender a transitar por la vida aceptando la verdad de que no siempre “gustamos a todos”, sobreviviendo con la molestia e incomodidad de no tener conocimiento de lo que sucede en la cabeza del otro porque al final el problema es suyo y no nuestro.

Nuestra autoestima no puede dañarse por la influencia de estas malas conductas, no podemos sentirnos humillados ni despreciados por actitudes tantas veces incomprensibles, por sentir que no importamos o que no gustamos; al contrario, debemos reconfortarnos pensando que somos diferentes, que no somos compatibles, y que afortunadamente desapareciendo han hecho un gran favor a nuestro bienestar personal.

Mi recomendación en estas situaciones es “no tratar de entenderlo, dejar de saber, que no nos cuenten terceros”…