Gestión emocional gratitudPor: Dra. Elsa Martí Barceló

Mientras yo disfrutaba aquel domingo del mes de septiembre, otros iniciaban su peor pesadilla. Era medio día cuando el volcán Cumbre Vieja en la Palma interrumpía su letargo y mostraba su más violenta exteriorización.

Los medios de comunicación nos sobrecogían haciéndonos llegar las primeras imágenes de cómo rugía y vomitaba lava Cumbre Vieja. Como diría Aldous Huxley “La vida es una marioneta del tiempo en la medida en que cambia a cada instante, cambia el mundo interior y el exterior de forma que no somos los mismos dos instantes seguidos”.

Sucesos como el mencionado me llevan a meditar, interiorizar, lo afortunada que soy y conduce a mis pensamientos al agradecimiento por ese vivir tranquilo y sin sobresaltos que la mayoría de nosotros anhelamos. La vida muchas veces nos pone ante situaciones adversas para hacernos tomar conciencia de las cosas buenas que nos han sido otorgadas, que tantas veces pasan inadvertidas por no ser ni vistosas ni espectaculares, pero sí importantes.

La gratitud es el sentimiento de estima y reconocimiento que tenemos hacia quien nos reporta un beneficio por el cual deseamos corresponder. Una virtud que nace de la reflexión objetiva, percepción realista acerca de nuestra vida y de lo bueno que hay en ella. De la puesta en contacto con las necesidades satisfechas y propósitos cumplidos, de enaltecer, conceder grandeza, valor u honor a las cosas positivas de nuestra existencia y a las personas que son partícipes de ella.

Una emoción valiosa y poderosa de experimentar por su carácter transformador. Transforma el mundo interior y exterior de las personas haciéndolo más acogedor y deseable. Favorece un cambio de visión del mundo en que habitamos y no cede ante pensamientos negativos que intentan que fracasemos en él.

La gratitud nos ayuda a valorar las maravillosas personas que nos acompañan, las oportunidades que la vida nos da para alcanzar nuestros sueños y deseos y experimentar así el éxito. Éxito, no por los bienes materiales conseguidos, sino por aquellos inmateriales que acrecientan la autoestima, fortalecen el sentimiento de ser queridos y valorados por cómo somos y cómo actuamos, y sin duda los que nos ponen en el pensamiento de las personas que reciben nuestro agradecimiento, ya que sienten reconocido su valor y esfuerzo.

Una virtud interesante de divulgar y promover por el efecto que tiene en la construcción de relaciones sanas, sólidas, estables y duraderas al sembrar confort y bienestar en corazones propios y ajenos.

Hacer de la gratitud un hábito es recomendable por ser la solución para que las personas conecten con las cosas buenas que les suceden, agradan o satisfacen. Es un estado emocional que permite sentirse más feliz y resultar más amable y cordial en el trato con los demás. Es un sentimiento imprescindible para transmitir si queremos movilizar conductas en los demás que sean mentalmente saludables. Su práctica tiene efecto terapéutico. Multiplica, no solo las manifestaciones de gestos cariñosos, también las buenas acciones. La gratitud es la fortaleza que hace que lecciones como el amor, la lealtad, la solidaridad o el respeto se perpetúen en el tiempo.

Ser agradecido es la actitud que se contagia cuando uno se rodea de personas con visiones positivas y optimistas, agradecidas por lo que tienen y no anhelosas de lo que les falta. Inteligentes, porque saben que lo que reciben está en consonancia con su forma de dar y ofrecer. Fáciles, a la hora de convivir, por estar alejados de la soberbia o de pensar que merecen todo.

La gratitud nos conduce a ser consecuente con uno mismo y con los demás, y enaltece el ser solidarios con las personas que más sufren y peor lo pasan.

Ojala!, veamos pronto extinguirse la erupción del volcán, mitigarse todos los daños causados y, sin embargo, traiga causa o no de catástrofes tan dolorosas veamos la erupción de LA GRATITUD.