Sentimiento de superioridadDRA. ELSA MARTÍ BARCELÓ 

Este mes voy a hablaros de la soberbia, el amor propio indebido, la pasión desenfrenada sobre sí mismo que ciega la razón, el atributo social mal visto del ser humano. La característica que incita a la lejanía de otros y que solo aparece, crece y se desarrolla en relación con otras personas.

El apetito desordenado basado en ensalzar de forma desmedida la propia excelencia y propia valía. La presunción de ser el mejor sin defectos y sin carencias. La atribución de superioridad de uno mismo respecto a las personas que le rodean capaz de generar sentimiento de rechazo por anular la relación con los demás en un plano de igualdad. Por fomentar actitudes vanidosas y arrogantes, pedantes y engreídas. Aquellas que todos tendemos a evitar y rechazar por resultar molestas e incómodas, por generar un sentimiento de insatisfacción en la relación interpersonal.

El comportamiento relacionado en términos psicológicos con el narcisismo, excesiva autoestima, inquietud por sentirse superior, especial y exclusivo. El mecanismo de defensa utilizado por ciertas personalidades para compensar la inseguridad que lleva a un egocentrismo exagerado, dar más importancia a los deseos, necesidades, sentimientos propios que a los de otras personas. A un exhibicionismo por orgullo mal entendido, alardear de virtudes, capacidades y habilidades o jactarse de logros y éxitos. Reclamar atención y aplausos por las acciones, ser centro de atención de conversaciones por la percepción elevada que tienen de sí mismos.

Personas en su forma de actuar amenazantes e intimidantes por estar firmemente convencidas del lugar que le corresponden por ser criaturas excelentes, maravillosas y extraordinarias.

Personas non gratas para sus semejantes por carecer de empatía, falta de cercanía o compasión para comprender, acercarse a quienes lo necesitan.

Personas infelices por vivir permanentemente en el mundo de la comparación, centradas en competir para ser la mejor y la más meritoria en cuanto a aprecios, alabanzas y recompensas, restando importancia a logros ajenos cuando su protagonismo se ve amenazado. Con falta de comprensión para diferenciar lo que para mí es orgullo sano e insano. Capacidad de apreciar lo que con voluntad, esfuerzo y tenacidad tenemos, hemos conseguido o lo que por vanidad y falta de humildad no dejar ver lo que otras personas pueden aportar con su saber y conocimiento a nuestras vivencias y experiencias.

Personas difíciles de cambiar por la falta de autoconciencia, capacidad de reconocer cómo sus pensamientos, sentimientos y comportamientos están relacionados con un complejo de superioridad, mecanismo inconsciente de idealización de sí mismo con intención de compensar su sentimiento de inferioridad tratando de ser alguien diferente.

Personas complicadas de sobrellevar por el convencimiento de tener siempre la razón y no considerar otras formas de hacer. Por ser tiranos en sus elecciones y decisiones y no considerar otros puntos de vista. Por carecer del sentido de autocrítica al considerar que todo lo hacen bien y nunca se equivocan. Por no tener en su código de conducta la necesidad de pedir perdón, reconocer errores o rectificar posturas.

Personas peligrosas por su tendencia a humillar, despreciar, no considerar a los demás con el objetivo de autoafirmarse en cuanto a que son seres superiores. Recurrir a la exaltación de su ego, fomentar la percepción grandiosa de su ser para combatir problemas de autoestima y autoconfianza en situaciones de frustración e incertidumbre. Por su tendencia a la crítica, señalar las debilidades y fallos de los demás para autoconvencerse de que nadie vale más que ella.

Personas de primeras cautivadoras con tal de ganarse la aprobación de los demás pero que a la larga resultan incómodas por la ausencia de sentimientos hacia los demás, por su frialdad afectiva, incapacidad de pedir, recibir, dar afecto.

Personas necesarias de conocer por ser ejemplo de lo que no es conveniente ser.